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jueves, 4 de febrero de 2010

Una tortillina de un huevo

Adoro a mi madre, pero a ella no le gusta cocinar, aunque tampoco lo hace mal, sólo que no disfruta con la cocina como yo.

Tampoco es un comensal muy exigente pero a veces se le mete entre ceja y ceja algo y no hay quien la haga cambiar de parecer.

El título de este blog es en honor a ella y a una anécdota que protagonizó hace algunos veranos.

Fuimos al Sur de Francia a pasar un fin de semana. Entramos en un restaurante a cenar que contaba con una carta bastante extensa. Se la traduje de arriba a abajo, mientras mi madre a cada plato que yo le sugería arrugaba el morro. Nada de lo que había le venía de gusto. Cuando vino el camarero a tomarnos nota, después de la lectura pormenorizada del menú, mi madre nos dijo que lo que a ella le apetecía realmente era "una tortillina de un huevo"!! (En mi ciudad hablan así, usando mucho el -ino, -ina para los diminutivos)

Pedimos una "omelette" y el camarero nos informó que no podían hacerle una simple tortilla francesa, pero que había tortilla española. Son esas paradojas de la vida y del idioma. En Francia no había "tortilla francesa" pero sí había "tortilla española".

Desde entonces, cada vez que vamos a un restaurante le preguntamos en tono de burla si no quiere una tortillina de un huevo... Tiene mucho sentido del humor y se ríe de la broma.